La historia de
Jefry comenzó con Alba, una joven gallega que sólo quería cortar el pelo a su adorado perrito: nuestro protagonista.
Jefry, un
yorkshire-toy de siete meses de edad y con un peso aproximado de 1.700gr, es un cachorro muy inquieto y
nervioso al tiempo que sensible y con aptitud. Jugando con él mientras enterraba la tijera con precisión en su pelaje, demostró ser un perro de rapidez y fluidez de aprendizaje. Me hechizó.
Cuando Jefry volvió a su casa feliz y orgulloso, su dueña -que se había
informado con anterioridad de todos nuestros servicios- nos pidió que le asesoráramos
sobre el curso de Obediencia Básica. Concertamos una cita para otro día y valoramos más a
fondo al cachorro mediante un sencillo examen etológico. Gratificantemente, comprobamos que, a pesar de ser una raza muy poco común a dejarse enseñar por la sobreprotección que ejercen sus dueños sobre ellos, era la excepción que rompía la regla. Jefry estaba más que dispuesto a ser una esponja de instrucción, un alumno de matrícula de honor.
* Deciros que recibimos muchísimas llamadas de dueños de yorkshire debido a malas conductas: ladrido compulsivo, desconfianza, gruñido constante, ansiedad por separación... Estos comportamientos suelen venir de la mano de la sobreprotección que ejercen sus dueños sobre ellos ya que, al verlos tan pequeños y manejables, les tratan como niños más que como mascotas. Un error garrafal. Flaco favor para sus mascotas.
Una vez
informada de las condiciones de nuestros servicios, Alba concertó nuestros servicios para el adiestramiento de su fiel amigo. Sólo le pedí una condición: NO PODÍA COGER A JEFRY EN BRAZOS, salvo excepciones. Para facilitarle la tarea, le pedí que se imaginara que éste pesaba cuarenta kg. Aceptó esta condición asegurando, además, que le trataría como a un perro y no como a un niño, como erróneamente estaba haciendo hasta entonces.
Los primeros días, comenzamos el adiestramiento con los ejercicios más básicos: el sentado y la marcha al pie con correa, siendo asimilados con rapidez por nuestro protagonista. Al finalizar la primera sesión, ya teníamos prácticamente fijados este par de comandos.
En las siguientes, nuestro amigo aprendió las órdenes de: quieto lo que, asombrosamente, aprendió con excesiva rapidez; el tumbado, que le costó un poco más; y la llamada, a la que le dedicamos más tiempo pues, al ser un cachorro, tenía mucha ansiedad por jugar y conocer todo perrito y persona que se prestase. Junto con su dueña, tuvimos que trabajar mucho esta orden, pero lo conseguimos.
He de confesar honestamente que, en todo el
periodo de aprendizaje de Jefry, he disfrutado mucho ya que -como dije antes-
esta raza era un pequeño reto para mí. Sinceramente, he de decir que ha sido totalmente satisfactorio, comprobando así que cualquier perro, pequeño o grande, cachorro o adulto, puede educarse.
Jefry no sólo ha aprendido la conducta básica, sino que además estuvo más que dispuesto a aprender unos pequeños trucos: pasar por debajo de las piernas, tumbarse a distancia y saludar con la patita
poniéndosela en el hocico. ¿Será porque a este perro le gusta llamar la atención?
Estoy seguro que
Jefry y yo nos hemos hecho inseparables. Él y Alba también, ya que este adiestramiento ha conseguido, además, unirles más de lo indecible. Sólo espero que ella esté contenta con los resultados. Pueden contar conmigo siempre que lo deseen.
¡Os deseo una
feliz trayectoria juntos!
La foto del yorkshire en crochet, la hemos cogido del blog que, con tanto esmero e ilusión, nuestra compañera blogger:
Me ha encantado la entrada en vuestro Blog sobre Jefry! Y también el título. He de decir que el entrenamiento ha transcurrido así tal cual.Yo tengo la ventaja de tener a Angel cerca y poder preguntarle con alguna duda que tenga con el perro, y si veo que el perro no ha respondido como yo quería al hablar con él siempre me doy cuenta que ha sido un error mio al darle mal los comandos, parece tan fácil cuando les ves a ellos a hacerlo pero nosotros tenemos muchas más malas costumbres que nuestros perros y si ellos las tienen o tienen malas conductas siempre es por nuestra culpa que se las reforzamos o los desorientamos al mandarles mil cosas a las vez y suponer que nos entienden. Yo recomiendo contar con la ayuda de un educador y adiestrar a nuestros perros en obediencia básica ya que seremos más felices nosotros al sentirnos orgullosos de su conducta ejemplar y ellos al estar con un dueño feliz y que no les está gritando y castigando todo el día sin que ellos entiendan el porqué. Yo he de decir que he disfrutado mucho durante el entrenamiento y que yo y mi perrito somos mucho más felices ahora.
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