Los perros no
están exentos de sufrir epilepsia, pueden
presentar esta enfermedad en cualquier momento de su vida.
Las causas son diversas, por lo que hay controversia al tratar de definir
este trastorno.
Se considera un problema a nivel neurológico porque evidencia una falta de
control en la corteza cerebral del perro.
Jorge Rivas, neurólogo veterinario, afirma que se habla de epilepsia cuando
se presentan convulsiones de
manera repetitiva, sin importar cuál es el origen del problema.
La convulsión es un síndrome y constituye la principal manifestación de la
epilepsia.
Es signo de un desequilibrio en la actividad eléctrica del cerebro. Es una
falla que causa movimientos involuntarios, define Gustavo Carrasco, médico
veterinario. Explica que el canino debe ser sometido a pruebas para localizar
la causa de los episodios.
El origen del problema varía
En la mayoría de los casos, la epilepsia se transmite de manera
hereditaria. Los poodle son
una raza que padece ataques por herencia. Hay otras razas que tienen mayor
incidencia de esta enfermedad. De acuerdo con Rivas, en los golden retriever y
en los perros labradores es más común que se presenten estos episodios.
Hay esquemas para clasificar las convulsiones. Sin embargo, consisten en
que el perro pierde control sobre su cuerpo, se pone rígido y tiene
contracciones involuntarias y salivación en exceso. En algunas ocasiones, puede
orinar o defecar de manera inconsciente. A veces, el perro aúlla o llora
durante el ataque, señala Rivas.
Añade que el propietario debe ser consciente de que las manifestaciones se
presentan por episodio. A eso se le llama síndrome paroximal, por lo general tienen una duración de dos
minutos y una vez que pasa el perro se encuentra bien.
Otras causas
La epilepsia no siempre es hereditaria, por lo que puede afectar a
cualquier canino. Carrasco indica que no es frecuente la aparición de la
enfermedad de manera adquirida. Por lo general, es una consecuencia secundaria
de malestares en otros órganos.
No siempre son inconvenientes del cerebro.
Rivas explica que el trastorno se clasifica en cuatro tipos: las primarias
y más comunes son denominadas idiopáticas. Es ocasionada porque existe un
desorden eléctrico en las neuronas de la corteza superficial del cerebro del
animal. Se polarizan sin control. El canino desarrolla la enfermedad entre los
dos y los cuatro años de edad.
La epilepsia de tipo secundario, llamada
sintomática, se presenta cuando los ataques son producto de una alteración
propia del sistema nervioso.
El tercer tipo son los llamados reactivos, que tiene como base una
padecimiento orgánico identificable. En lugar de encontrarse en el sistema
nervioso, la patología comienza en órganos como los riñones, el corazón, el
hígado o los pulmones. Afecta a animales de cualquier edad. En ese caso, no es
una condición crónica. Las convulsiones desaparecen si la enfermedad de base es
erradicada. No es necesario colocar ningún otro tipo de medicamento. Carrasco
afirma que en ocasiones se produce por un tumor cerebral. Eso se determina por
medio de una radiografía, afirma. Explica que también puede ser un problema de
glucosa, lo que se observa al realizar un examen de sangre. En ocasiones,
responden a intoxicaciones o a causa de parásitos, aunque este caso es poco
común.
Por último, está la de tipo criptogénica. Es parecido a la epilepsia
primaria. Rivas afirma que la única diferencia es que se presenta en una edad
avanzada del animal. Las causas de esta categoría de epilepsia no se conocen.
Tratamiento
No todos los pacientes con epilepsia requieren tratamiento.
Cuando son ataques de corta duración y poca frecuencia no es necesaria la
ingesta de drogas. Sin embargo, cuando ocurren más de dos ataques en un lapso
de cuatro semanas el animal debe ser sometido a medicamento.
Existen varias formas de medicar. Lo más común es que el veterinario
asigne un remedio que el propietario pueda aplicar a su mascota en el hogar.
Carrasco afirma que la dosis disminuye progresivamente cuando las
convulsiones se hacen menos frecuentes. El proceso finaliza cuando las convulsiones
son erradicadas. En caso de que no disminuyan, el tratamiento funciona para
reducir la cantidad de ataques.
En casos severos habrá que inyectar. Debe ser colocada por los
especialistas en la clínica veterinaria. La medida se toma cuando el paciente
presenta convulsiones muy frecuentes. En ocasiones, los episodios aparecen con
minutos de diferencia. Rivas explica que los ataques seguidos son un peligro y
no pueden ser tratados en casa. Advierte también que no en todos los casos se
logra que la epilepsia desaparezca. Sin embargo, disminuye la frecuencia de los
episodios.
El ataque epiléptico no es letal. Aún así, el propietario debe ser
cuidadoso. Es importante que acompañe al perro durante el episodio y no lo
mueva bruscamente ni intente sostener su lengua, pues puede resultar herido o
mordido. Rivas asegura que los perros, a diferencia de los humanos, no se
tragan la lengua en estos momentos. Por tanto, no existe el riesgo de que el
animal se ahogue.
Sin embargo, los ataques pueden resultar fatales por causas accidentales.
Es decir, cuando el perro se golpea con algún objeto o cae por unas escaleras.
Es necesario que el dueño esté atento. Hay ciertos indicios de que el animal está a punto de tener un episodio. La persona a cargo debe asegurarse de
que su mascota esté en un lugar apartado donde no haya riesgo de que se haga
daño.
Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/
Os dejamos un vídeo que nos parece muy útil ante la manera de cómo actuar si nuestro perro tiene convulsiones o sufre un ataque epiléptico.
En cualquier caso y si tenéis una duda, os aconsejamos que os asesoréis con vuestro veterinario.
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