Cuando la miró desde dentro del coche, a través del cristal de la ventanilla, Paola se asomó al abismo de pensar que su perra Sua (fuego, en euskera) no la reconocería. Se equivocaba. Cuando bajó, la olió y la miró a los ojos después de tres años sin verse, la trató con la alegría franca de la que son capaces los perros. “No me puse a llorar por pudor, porque había mucha gente delante”, recuerda su dueña.
Algunos no olvidan tan fácilmente. Paola y la mestiza de pastor alemán y mastín llevaban tres años sin tocarse. Hasta el jueves. Lo que había pasado antes tiene muchas curvas, pero terminan en buen puerto. La vida de Sua comenzó torcida. Cuando era un cachorro, su dueño le dijo a Paola (que tenía 19 años), que la iba a sacrificar por ser “demasiado grande”. Ella se la quedó, pero hace tres años, esta guía de montaña se fue a trabajar a Perú. “No tenía dinero para llevármela, así que se la dejé a un conocido que vive cerca de Tafalla”. Cuando volvió un año después, la perra estaba “hecha a su nuevo hogar” y no quiso cambiar las cosas.
Hasta el domingo. El sábado, la perra se había perdido y la recogió Txus Carros, que es la que grabó el vídeo, en el centro de Pamplona. Cómo llegó allí desde su casa a 30 kilómetros de distancia “es un misterio” según Paola. Al parecer, la perra se escapó, se perdió y terminó llamando la atención de Txus al vagar por una plaza. Cuando la identificaron, finalmente se pusieron en contacto con Paola.
Fuente: http://www.elcorreo.com/
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