En muchas ocasiones se da la situación de que tenemos a nuestro perrito como el rey de la casa, pero entonces llega un bebé, y este tiene que comenzar a compartir reinado. No siempre les sienta bien, aunque en general los perros suelen adoptar una actitud de protección con los niños de forma natural. No obstante, siempre es mejor llevar a cabo una serie de pautas para asegurarse una relación perfecta.
El perro ha de acostumbrarse a algunos cambios en su vida. La vida familiar también va a cambiar, por lo que esto en principio puede ser difícil para todos. Pero cuanto antes nos concienciemos y habituemos a nuestra mascota, mejor se lo va a tomar.
Lo mejor que se puede hacer es ir adaptando al perro a los nuevos cambios. Se debe comenzar a cambiar las rutinas de siempre, ya que cuando llegue el bebé, no tendremos tanto tiempo para poder dedicarle. Deben aprender a estar solos en una habitación sin estresarse o ponerse nerviosos.
También podemos ponerle un límite a la hora de acceder a determinadas estancias. Si no queremos que se encuentren todo el día en la habitación del bebé, debemos permitirles entrar solo cuando les demos permiso. Así lo tendremos controlado.
Por otro lado, es importante que sepan pasear bien con la correa. Cuando tengamos al bebé y queramos sacarlos a todos juntos, el perro no debe dar tirones, ya que puede ser peligroso.
La llegada del bebé cuenta con muchos nuevos accesorios, como la sillita de paseo o los juguetes que hacen ruidos desconocidos. Esto debe saberlo el perro, por lo que es mejor habituarlo a todas estas cosas cuanto antes, para que no se asuste o se sienta extraño. Además, debemos hacerle saber que no son sus cosas, que él tiene sus propios juguetes y espacios, que nadie le va a quitar.
Fuente: http://www.mundoperros.es/
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