lunes, 10 de septiembre de 2012

Adiestramiento de Iker, en Coto de Puenteviejo (Ávila)

 
 
 
Casualmente, empiezo a pensar que realmente la vida está llena de agradables casualidades, Carlos y yo nos conocimos en la puerta de una tienda de Coto de Puenteviejo (Ávila). Sorprendido de que mis perros se quedaran quietos hasta que yo salí de la tienda, entabló conversación conmigo. Ahí empezó una nueva aventura, la aventura de Iker.
 
Carlos me presentó a Iker, un labrador de 18 meses, muy ansioso y activo. A pesar de que Iker había recibido anteriormente un adiestramiento básico grupal, no respondía a la llamada y pensaba, erróneamente, que cualquier cosa era un juguete para él.
 
 
 
 
Debido a una agenda repleta de trabajo que necesitaba ser atendido, Carlos no podía acompañarme y me presentó para ello a sus dos hijos: Pablo y Jorge, que me escoltaron a lo largo de todo el adiestramiento.
 
En un principio, cuando conocí a Iker, el perro se negó a entablar amistad conmigo. No quería cooperar y parecía estar cómodo en la posición en que se encontraba: "Hago lo que quiero, cuando quiero". Sin embargo, me empeñé en iniciar esa relación y, finalmente, más empujado por el juego que yo le aportaba que por su cabezonería, Iker y yo conectamos. ¡Ya habíamos creado el vínculo! A partir de ahí, todo era jugar y aprender.
 
 
 
Iker estaba ansioso por aprender. Le gustaba el "juego" que estábamos compartiendo y la complicidad que manteníamos hacía que cualquier objetivo pareciese más fácil de alcanzar.
 
A pesar de contar con tan solo seis sesiones, por falta de más tiempo, conseguimos todas las metas marcadas. Asombrándonos a todos, yo el primero, Iker consiguió marcarse un "quieto" de libro.
 
 
 
Antes de conocerle, Iker veía a un perro en la calle y corría hasta él presuroso para jugar. ¡Era imparable! Podías llamarle, gritarle, quedarte afónico en el intento, pero Iker jamás paraba, retrocedía ni mucho menos se quedaba quieto.
 
 
 
Ahora, después de marcarle las pautas apropiadas, su familia puede realizar la compra con la seguridad de que su mascota estará esperándoles sentado en la puerta al salir, pueden saludar a unos amigos por la calle sin miedo a que Iker se lo ponga difícil e, incluso, pueden tomar un café en una terraza sin necesidad de estar llamando la atención continuamente al animal. ¡Objetivo conseguido!
 
 
 
 
Independientemente de que Iker consiguiera en definitiva obedecer las órdenes básicas, entre ellas la llamada, el sentado y el tumbado, otro de nuestros objetivos, también imprescindible para Toysacan, era impartirle la lección de que "no todo es un juguete".
 
Para ello, le dimos pequeñas pautas a su familia y les mostramos cómo hacerlo con él. Decirle a un perro que una de las cosas que ha estado haciendo durante sus dieciocho meses de vida, ya no va a poder hacerla incuestionablemente, es difícil. Sin embargo, Iker quiere cooperar y, aunque para él todo es un juego en el que quiere hacer partícipes a todos, poco a poco va aprendiendo que no todo es un juguete.
 
Igualmente, contentos con nuestro trabajo, conseguimos crear un vínculo especial entre Iker y su familia, un vínculo que ha crecido a lo largo de estos seis días y que, estamos convencidos, seguirá creciendo con el tiempo.
 
Después de su adiestramiento, he hablado con Carlos en varias ocasiones. Están contentísimos con su mascota y, debido a los resultados logrados, ahora quieren más, exigen más de su perro.
 
 
Iker, ¿tú qué piensas? ¿Lo intentamos de nuevo?
 
 
 

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