miércoles, 22 de abril de 2015

Cómo los perros se convirtieron en perros

 
Los expertos creen que la domesticación comenzó por voluntad propia de los animales, encantados de alimentarse de los desechos de la familia humana.
 
Los humanos pronto se dieron cuenta de la utilidad de los perros.
 
El origen de la domesticación de los perros es un interesante debate científico que no solo revela cómo apareció nuestro mejor amigo sobre la faz de la Tierra, sino que también desvela algunos aspectos de la historia humana. ¿Cuándo y dónde sucedió? ¿Quién fue el primer hombre que se hizo acompañar por una mascota? La revista científica Science ha presentado esta semana un interesante especial sobre los perros que revela alguno de estos aspectos.
 
En 1907, el científico inglés Francis Galton sugirió que los perros entraron por primera vez nuestras vidas cuando nuestros antepasados atraparon cachorros de lobo y los adoptaron como mascotas. Esta hipótesis se mantuvo durante décadas, pero finalmente los científicos se dieron cuenta de que la domesticación debía de ser un proceso largo y complicado que no sucedió repentinamente, sino que llevó cientos o incluso miles de años.
 
En 1977, los científicos descubrieron un cachorro enterrado en los brazos de un ser humano bajo una casa de 12.000 años de antigüedad en el norte de Israel, lo que sugería que los canes fueron domesticados en Oriente Medio, poco antes de que los humanos se iniciaran en la agricultura. Pero más tarde se encontraron nuevos cráneos en cuevas de Rusia y en Alemania 4.000 años más antiguos, lo que indicaba que los perros acompañaron a nuestros antepasados en Eurasia cuando aún eran cazadores-recolectores.
 
Con independencia del lugar y el momento, en el que no se ponen de acuerdo, lo que la mayoría de los investigadores cree que ocurrió, según explica Science, fue que los perros dieron el primer paso para domesticarse a sí mismos a cambio de una rica cena. En sus asentamientos, los primeros humanos dejaban a su alrededor una buena cantidad de restos de animales, cadáveres que suponían un foco de atracción para los lobos. Los más audaces se acercaron para alimentarse y, seguramente, esto hizo que sobrevivieran más tiempo y tuvieran más crías. Este proceso, generación tras generación, produjo animales del mismo perfil, cada vez más atrevidos y más confiados ante los humanos, hasta que llegó el día que uno de ellos se acercó y comió de la mano de uno de los nuestros.
Utilizados para el transporte
 
Ahí empezó la segunda fase de domesticación de los perros. Nuestros antepasados se dieron cuenta de que esos seres curiosos y hambrientos podían serles útiles y comenzaron a criarlos para convertirlos en mejores cazadores, pastores y guardianes. Los investigadores han comparado miles de esqueletos de antiguos perros y lobos, y han descubierto un aplanamiento de las puntas de las vértebras dorsales de esos perros, lo que sugiere que los animales transportaban pesadas mochilas a la espalda. El equipo también ha descubierto que les faltan pares de molares, cerca de la parte posterior de la mandíbula, lo que puede indicar que llevaban algún tipo de brida para tirar de los carros. Estos servicios, además de su destreza en la caza, pudo resultar crucial para la supervivencia humana, permitiendo incluso a los humanos modernos tener una ventaja frente a la otra especie humana inteligente, los neandertales, e incluso convertirse en agricultores.

Colmados de oxitocina

El especial de Science incluye un estudio de Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azabu en Sagamihara, Japón, que señala que esta relación entre los perros y sus dueños se estrecha cuando ambos se miran a los ojos, ya que ocurre un curioso proceso: aumenta la cantidad de oxitocina en el cerebro, la llamada hormona del amor, que se produce, por ejemplo, cuando las madres y los bebés humanos se miran entre ellos. Es posible que los primeros perros copiaran esta respuesta para formar parte de la nueva familia humana.
 
Jean-Denis Vigne, zooarqueólogo en el Museo Nacional de Historia Natural de París, señala a la revista que los perros podrían arrojar luz sobre la prehistoria humana y la naturaleza misma de la domesticación, al ser un animal «tan profunda y fuertemente conectado a nuestra historia».
 
 
 

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