El lunes pasado, se conoció la noticia de que una niña de casi tres años y su mamá fueron atacadas por su propio perro, un dogo argentino. Ambas fueron trasladadas a los servicios de guardia de los hospitales Alassia y Cullen, respectivamente, para ser evaluadas y asistidas.
Las heridas no revistieron gravedad y luego de las curaciones y medidas de rigor (vacunas, entre otras intervenciones), fueron dadas de alta ese mismo día. El hecho puso –otra vez– en agenda el debate sobre los perros “potencialmente peligrosos” y el vínculo con quienes los adquieren, por lo que Diario UNO consultó a una especialista, quien hizo un análisis general aunque riguroso de la cuestión, dado que se desconocía el contexto en el cual el perro se habría puesto agresivo, la edad del mismo, entre otras variables que son de importancia para la profesional a la hora de dar una opinión más definitiva.
Se trató de la doctora en psicología Gabriela Barrera, investigadora del Conicet, miembro del grupo de Investigación del Comportamiento en Cánidos (Icoc) de Instituto de Investigaciones Médicas del Conicet- UBA y del Instituto de Ciencias Veterinarias del Litoral (Icivet-Litoral) - UNL - Conicet. La entrevista puede leerse en: www.unosantafe.com.ar/informaciongeneral/Analisis-tras-el-caso-de-una-niña-y-su-madre-mordidas-por-un-dogo-20140106-0059.html y en la edición impresa del martes pasado.
Dadas la repercusión y la fuerte polémica que la publicación produjo en los lectores de Diario UNO, se decidió seguir profundizando en la temática, esta vez consultando al rosarino José Luis Forlla, actual presidente del Club del Dogo Argentino Doctor Antonio Nores Martínez.
Según se explica desde esta institución, la raza es originaria de Córdoba. “Su creador fue el doctor Antonio Nores Martínez, eminente y activo cirujano, nacido en Córdoba en 1907 y fallecido en 1956. Su trabajo partió del cruzamiento metódico del viejo perro de pelea cordobés, raza de gran poder y fortaleza, producto de mestizaje, que por entonces se hacía entre ejemplares de mastín, bull dog y bull terrier. Eligió para la recría ejemplares totalmente blancos. Tras una intensa y minuciosa selección y estudio de caracteres, en varias generaciones logra su objetivo formando varias familias partiendo siempre de aquel viejo perro de pelea cordobés, al que cruzó primariamente con bull dog inglés, gran danés, mastín de los pirineos, bull terrier, boxer, pointer, dogo de Burdeos e irish wolfhound. En 1947 la raza ya estaba creada y estabilizado su genotipo y su fenotipo”, puede leerse en la web del mencionado club.
Donde se agrega: “Su fortaleza, tenacidad, olfato y valentía lo hacen inigualable dentro de los canes de jauría para la caza de jabalíes, pecaríes, pumas y otras especies predadoras de la agricultura y ganadería de las vastas y heterogéneas regiones del territorio argentino. Ésa es la actividad tradicional para la que Antonio Nores les dio vida”.
Ya en diálogo con Diario UNO, José Luis Forlla habló de los mitos en relación a la raza, dio algunos consejos y enfatizó: “El perro es apto para lo que fue creado (caza mayor) como asimismo es apto para vivir en un hogar. Cualquiera de los perros que ejercen actividad de cacería son los más educados. No pueden morder a sus congéneres, a una vaca, a una oveja o a una gallina. Esto está contemplado en el reglamento de trabajo de nuestro club para que el can esté dentro de los estándares establecidos con los que son evaluados. Se realizan tests sociales.
—¿Tienen mayor tendencia a morder?
—No. La agresividad del perro hacia los seres humanos es motivo de descalificación en una exposición. El problema de los perros que muerden no es patrimonio de una raza. Cualquier can –de raza o no– puede morder. Ellos tienen una estructura social de vida muy similar al hombre, responden a un alfa, siempre. Y los humanos, en alguna medida, también respondemos a un alfa. El perro debe reconocer a un alfa, ya sea el dueño o dueña de casa o los hijos. Se trate de un dogo o de un caniche. Tal es así que los perros pequeños y los que no tienen raza, son los que más muerden a los chicos.
Prevención
—¿Qué medidas hay que tomar para que no sean agresivos?
—Hay que moldear su carácter en los primeros meses. En relación a la educación, cuando es cachorro comienza a respetar los límites, con dos palabras: con “bien” o “mal”, tiene ganado un buen espacio para su educación. Voy a poner un ejemplo –aplicable a todo perro en general– cuando es cachorro. Supongamos que está recostado en un pasillo, reposando. Usted camina por allí y su presencia le impide el paso porque no se mueve. Es usted quien debe pasar. Entonces, hay que decirle que se levante. De algún modo –obviamente con cariño– molestarlo para que se levante. Si lo rodea y lo deja que siga como está, el alfa comienza a ser él. Ésta es la actitud que debe comprenderse y adoptarse. Entonces hay que decirle, por ejemplo, “Boby, atrás”. Y él se levanta y usted pasa. Y ya entendió que tiene que pasar usted. Entonces, si el perro hace una cosa mal, hay que reprimirlo enérgicamente, no con un golpe. Del mismo modo, cuando hace una cosa bien, hay que felicitarlo y tratarlo con mucho cariño. Responde a estos estímulos con mucha alegría. Es muy receptivo. Solamente con dos palabras “bien” o “mal”.
—¿Cuál es “correctivo” más indicado?
—Con una palabra corta y una voz enérgica, con un timbre de voz potente, reprenderlo en el momento preciso en que está teniendo un mal comportamiento. Si tarda media hora, ya no sirve. Supongamos que está rompiendo algo, hay que reprenderlo justamente ahí, diciéndole enérgicamente “mal”. Reconoce lo que está haciendo y se reducen las chances de que lo repita.
Fuente: http://unosantafe.com.ar/
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