Una de las usuarias del servicio de perros psiquiátricos
Foto: Paws4people.org
Los perros psiquiátricos son criados y entrenados en Wilmington, Carolina del Norte, y en siete cárceles de West Virginia.
Los animales están entrenados para reconocer la aparición de un ataque de pánico en 'sus pacientes'.
Algunos veteranos de guerra de EEUU están recibiendo una ayuda especial de cuatro patas para superar con éxito un mal común en muchos de ellos, el trastorno de estrés postraumático (PTSD).
Hablamos -claro está- de perros, y en concreto de perros de raza labrador, golden retriever y mixtos (aunque hay de otras razas) a los que se entrena especialmente para convertirse en peludos auxiliares de psiquiatría.
Phillips Miami es voluntario de la organización Paws4vets, una de las muchas entidades que proporciona estos perros a los veteranos de EEUU que sufren PTSD.
En un reportaje publicado en el portal del U.S. Army, Miami explica que estas razas destacan para esta tarea, al llevar en su genética la tarea de recuperar las aves acuáticas y otras presas.
Esto supone que, a la hora de ayudar a los veteranos usan ese instinto para llevarles cosas, facilitando su vida diaria. Paws4vets tiene 86 perros de servicio psiquiátrico que están al servicio de los veteranos traumados por el combate o la experiencia de la guerra.
Los perros psiquiátricos son criados y entrenados en Wilmington, Carolina del Norte, y en siete cárceles de West Virginia. En las prisiones son los propios reclusos los que entrenan a los perros.
Cada perro recibe una gran cantidad de entrenamiento, que se prolonga hasta dos años. Si el veterano al que va a acompañar sufre amputaciones, al animal se le adiestra para pulsar botones de ascensores, encender y apagar los interruptores de luz, etc...
De manera más gráfica, desde la asociación cuentan que el perro puede incluso ir a la nevera a traer una cerveza. Para ello, un veterano que haya perdido los brazos puede contener un puntero láser en los dientes y señalar el frigorífico al perro, y después la lata o botella.
Además, ya que son perros de servicio psiquiátrico, reciben una formación adicional en ayudar a los veteranos que padecen las modalidades más extremas de PTSD.
Los animales aprenden cómo comportarse en esos casos, en los que tras una lesión cerebral traumática, estrés agudo o tras un asalto sexual, se sufren ataques de pánico que pueden hacer que la víctima llegue a romper a llorar, tumbada en el suelo en posición fetal.
Los perros están entrenados para reconocer la aparición de un ataque de pánico. Cuando lo detectan, comienzan tocando al veterano en la pierna con su pata. Con el gesto envían un mensaje a 'su paciente': "préstame atención a mí, no a lo que estás pensando o sintiendo".
Si eso no funciona, los perros son entrenados para ir a buscar a alguien para ayudar al soldado.
Los perros incluso duermen con los veteranos. De este modo, si sufren una pesadilla, los perros saben que deben despertarlos.
Pero la clave del tratamiento no está solo en los perros. La preparación que necesitan los veteranos es también bastante intensa. Cada uno de ellos tiene que ir en persona al centro de formación para recoger a su perro y recibir formación específica para dar órdenes al animal.
Dado que muchos de los veteranos tienen miedo a salir de la percepción de seguridad de sus hogares, los voluntarios tienen a veces que llevarlos a la sede.
Una vez que llegan a la sede de la asociación, no son los veteranos los que eligen a su perro. Son los perros los que deciden a qué veterano van a acompañar.
Para ello, los entrenadores de los animales observan el lenguaje corporal de los perros cuando están cerca de cada veterano y estudian cómo reaccionan ante cada uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario