martes, 7 de enero de 2014

Shinu “el Samurái”

 
Cuando conocimos a Shinu, un cachorro de Akita Americano (conocido también como «Gran Perro Japonés»), nos sorprendió su tamaño y su aspecto poderoso. A pesar de contar sólo tres meses, ya reunía una asombrosa combinación de dignidad, coraje y una infinita lealtad por su familia. Nos encantó el reto que su dueño nos confió.
 
 
A Shinu podemos describirle como un perro de gran tamaño, duro pelaje y máscara y cabeza tan oscuras que llegaban a ser casi negras. De carácter muy definido, es un cánido que necesita ejercicio y disciplina, además de afecto, para ser un perro feliz y saludable.
 
Además de preocuparnos su absoluta socialización e impregnación, teníamos que tener en muy consideración a Bimba, una perrita de quince kilos con la que iba a convivir. Al Akita Americano, al ser un perro territorial y generalmente agresivo con otros canes, es necesario marcarle unas normas firmes y claras desde pequeño, para favorecer la convivencia familiar y con otros perros.
 
Usando el juego como herramienta de trabajo, conseguimos conectar muy bien. Cuidando los movimientos, los gestos y las órdenes, pues es un perro muy sensible, evidenciamos que todavía era un cachorro a pesar de su tamaño, y que todo lo que nos conectaba con él era básicamente el juego, su juego.
 
 
Esto hizo que nuestro entrenamiento comenzase por averiguar qué era lo que a Shinu le causaba más curiosidad, y enseguida descubrimos que era todo su entorno: personas y animales. Al ser adepto a las caricias y el juego, buscaba el acercamiento de personas y canes con ese único fin. Siempre teníamos especial cuidado con otros machos, pues esta raza es dada a marcar su jerarquía y poderío a través de un “juego” rudo en demasía.
 
A pesar de aprender deprisa algunas de las órdenes, la marcha al pie le costó un poco más debido a su eterna curiosidad. Sin embargo y sin dejarnos amilanar, su dueño y yo, con constancia y firmeza, conseguimos enseñarle también esta orden.
 
Shinu es un perro muy sensible, por eso dirigimos el entrenamiento a un sistema positivo y conductista de educación ya que, al intentar darle comandos de manera estricta, él se bloqueaba. Nos armamos de paciencia por ello y lo hicimos de manera más agradable y ventajosa para todos.
 
 
Con la llamada comprobamos que era un perro atento y, en pocas sesiones, entendió perfectamente lo que le pedíamos. Era cuando había alrededor otros canes que le llamaban más la atención, cuando la llamada se complicaba un poco. Sin embargo, también pudimos solucionar este hecho socializándolo más.
 
Para afianzar aún más lo aprendido, optamos por llevarnos a Shinu a nuestra casa de la sierra, junto con mi manada y otro perro más, un Beagle de carácter muy independiente, Alonso.
 
 
Al principio tenía un poco de recelo con la posible relación de estos dos perros y, a pesar de poner un bozal a Shinu en determinadas situaciones por precaución, comprobamos inmediatamente que esta medida era innecesaria, pues entre los dos había surgido una complicidad de juego y una amistad indescriptibles en tan solo cuatro días, haciéndose ambos inseparables.
 
En este entorno más tranquilo y vasto, continuamos el entrenamiento logrando increíbles mejoras. Con precaución y paciencia, nos fuimos acercando poco a  poco al pueblo buscando entretenimientos y posibles motivos de distracción, pudiendo corregir así in situ las posibles dificultades que pudieran surgir. De este modo comprobamos que la progresión estaba siendo la adecuada: el último día, Shinu respondía a la llamada con absoluta celeridad.
 
 
Llegó el último día y nos despedimos del entorno campestre para regresar a la ciudad, demostrándole a su dueño los nuevos cambios de su perro, pero sin cerrar su aprendizaje.
 
Nuestro protagonista nos ha enseñado muchísimo sobre esta raza. La forma de trabajar con él ha sido diferente a la de otros congéneres: su sensibilidad mezclada con su carácter tozudo y rudo, su docilidad hacia el humano unida a su gran dominancia hacia otros machos de su especie y la paciencia que ambos hemos tenido como alumno y profesor. Todo ello ha contribuido a crear un gran vínculo conmigo y con nuestro pequeño cómplice, Alonso.
 
 
Shinu, al igual que todos los perros que hemos conocido y adiestrado, se ha ganado un huequito en mi corazón y podrá contar conmigo para siempre. Agradecemos a su dueño el gran cariño y preocupación que siente por sus perros, que siempre es digno de destacar y alabar. Mil gracias.
 
Historia del Akita Americano
 
Inicialmente, la historia del Akita americano es la misma que la del Akita japonés; A partir de 1603, provenientes de la región Akita, los perros llamados «Matagi Akitas» (animales de tamaño mediano para la caza del oso) fueron utilizados como perros de pelea. A partir de 1868, se cruzó la raza con Tosa y Mastines. Por eso, el tamaño de la raza aumentó, pero algunas características, como los rasgos de los perros tipo Spitz, desaparecieron. En 1908, al prohibirse las peleas de perros, esta raza prosperó y se desarrolló en una raza japonesa. Después, en 1931, nueve perros de esta raza fueron reconocidos como base fundacional.
 
 
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se usó a menudo la piel de los perros para confeccionar ropa militar. La policía ordenó que se capturaran a todos los perros —menos los pastores alemanes, los cuales eran utilizados para tareas militares. Unos aficionados intentaron esquivar la ley cruzando a sus perros con pastores alemanes.
 
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el número de Akitas se había reducido peligrosamente y los perros venían en tres formas diferentes: 1) Matagi Akitas 2) Akitas perros de pelea 3) Akitas/Pastores alemanes. La situación de la raza estaba mal. Durante el procedimiento de restauración de la raza tras la guerra, Kongo-go, un perro procedente de la línea de sangre Dewa, gozó de una popularidad momentánea y pasajera. Un gran número de Akitas de esta línea de sangre, que presentaban rasgos exteriores característicos de la influencia del mastín o pastores alemanes, fueron llevados a EEUU por militares estadounidenses. Los Akitas pertenecientes a la línea Dewa eran perros inteligentes y capaces de adaptarse a diferentes ámbitos. Esta fue la línea de sangre que fue desarrollada por los criaderos en EE UU, gracias al aumento progresivo de su popularidad.
 
 
Es así, como en 1950 los criadores japoneses deciden recuperar el tipo antiguo, y utilizan al akita de la línea Ichinoseski, creada por el ingeniero Ichinoseski, y perros spitz japoneses para recuperar los rasgos propios del antiguo Akita Inu. Mientras que los estadounidenses crían el akita línea dewa, y lo desarrollan para que sea un perro grande y de aspecto poderoso.
 
Al alejarse cada vez más de su origen se crean dos ramas:
 
- El Akita de línea americana, que es un animal con una orientación hacia la defensa y que puede presentar máscara negra e incluso con cabeza negra;
 
- El Akita de línea japonesa, que es más afable y con máscara blanca, o el famoso Urajiro, ya que el estándar de la raza Akita Inu, modifica el color y la máscara negra.
 
 
En las exposiciones se dio preferencia, en los países afiliados a la Federación Cinológica Internacional (FCI), a los akitas sin máscara sobre los akitas con máscara negra, ya que los japoneses así lo exigían por ser el país propietario del estándar del akita.
 
Fue así que en el año 1999 se da el cambio de nombre que marca la diferencia entre las dos razas: al akita americano se le llamó «Gran Perro Japonés» y se le ubicó en el Grupo II de la clasificación en la FCI. Los cinófilos de EEUU no aceptaron tal división y decidieron seguir ubicando a las dos razas dentro de una sola en los concursos de belleza, como hasta la fecha.
 
En el año 2006, criadores y amantes de la raza de los países afiliados a la FCI, logran que se le ubique de nuevo en el Grupo V, y que se le reconozca de forma definitiva, y con anuencia de los japoneses, como: Akita Americano.
 
 
Es necesario aclarar que esta discusión del akita americano y su nombre llevaba un trasfondo de diferencia entre el estándar del akita tipo japonés y el estándar del akita del tipo americano, el cual se superó en estos últimos años para bien de la raza.

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