lunes, 16 de febrero de 2015

Cirugía estética, tatoos y piercings: la moda de "humanizar" a los perros

Tuneados - Un caniche color calabaza de Halloween y piercings para un bulldog. La cirugía de párpados se considera necesaria. La de orejas está en discusión.
 
Los tiñen, les aplican bótox para reducir arrugas, les levantan párpados para agrandar los ojos e implantan testículos de siliconas a los castrados. En la Argentina, algunos veterinarios lo hacen, pero la Federación Cinológica se opone.
 
La llamada "humanización" de los animales domésticos ha llevado a hacer de ellos poco menos que objetos de culto. A la infinita batería de productos y servicios dirigidos a las mascotas, le faltaba algo: someterlas a cirugías estéticas. Existe desde hace años un mercado para hacer de los animales domésticos, en particular de los perros, lo que sus dueños quieran.

 A veces con entendibles razones –hay canes que necesitan que se les reduzca el abdomen, o a quienes el exceso de piel les hace ardua la respiración, les dificulta la visión o les genera infecciones–, pero otras veces no, como cuando se manda al perro al quirófano para estirarle y agrandarle los ojos, como si fueran personajes de manga japonés, o se tiñe su pelaje de colores estridentes, o cuando les esconden los testículos porque no les gustan a sus propietarios, o al revés: cuando se los implantan a un perro castrado. Los nuevos genitales son de silicona (se llaman "neuticles", y según el diario británico Daily Telegraph, ya se han implantado más de 500 mil sólo en Londres. Además, el omnipresente bótox también se aplica en perros y gatos, para alzar orejas, robustecer hocicos, reducir arrugas, etc., como si fueran estrellas de cine.

 La nueva moda ha logrado que los dueños de perros y gatos desembolsen en los Estados Unidos unos 62 millones de dólares al año en intervenciones estéticas o "correctivas", según datos de PetPlan, una compañía de seguros sanitarios para mascotas. Algunas de las operaciones son justas y necesarias, como cuando se corrige con ellas las narices aplastadas de los bulldog ya que impiden a los perros respirar bien. Desde luego, existen las castraciones terapéuticas, que tienen bien fundadas razones sanitarias, y los cortes de orejas y rabo en algunas razas, que se realizan cuando los canes son aún cachorros y tienen una finalidad cosmética, práctica discutida por muchos veterinarios y prohibida en por lo menos 19 países de Europa.

 Uno de los pioneros de las cirugías estéticas en perros es el doctor Edgard Brito, de San Pablo, Brasil. Su centro recibe desde hace más de una década a dueños que quieren embellecer a sus mascotas: utiliza bótox o restylane para evitar arrugas y mantener tersa la zona facial de los canes.

 Muy cerca, en la Argentina, la cuestión es más ardua. Los veterinarios tienden a desaconsejar las intervenciones más relacionadas con la vanidad de los dueños que con la necesidad de los animales, pero existen quienes las practican.

 "Desde luego, aquí se hacen muchas cirugías que podríamos llamar estéticas –explica el cirujano Carlos Ciocca, de la clínica veterinaria La Diabla, de Munro–, pero tienen más que ver con cortes de orejas o de colas. Lo que yo y mi mujer hacemos es cirugía terapéutica: en hembras, castración, remoción de tumores o problemas de útero; en machos, problemas en los testículos o la próstata; pero jamás hemos hecho algo como lo que se está generalizando en muchos países. La cirugía estética es mutilar."

 La castración, explica Ciocca, no lo es. "Es imprescindible para animales que no se van a reproducir, y es una política sanitaria en países como el nuestro en que hay tantos perros y gatos abandonados. Con la castración disminuimos que haya accidentes con perros de la calle, mordeduras, rabia, etcétera. Y no tiene nada que ver con el corte de las orejas, que es estético. Ni mucho menos con las nuevas tendencias de agrandarles los ojos a los perros, o tatuarlos, o teñirlos de colores. La Federación Cinológica Argentina, de la que participo, está promoviendo que se deje de lado este tipo de cirugías. Estos excesos de humanización de las mascotas como teñir de rosa a un caniche, son una locura. Lo fundamental es que la gente entienda que el perro es perro y tiene la dignidad de ser perro. No lo rebajemos humanizándolo."

 Sin embargo, la tendencia a las cirugías crece, particularmente en países como China, donde se ha vuelto común teñir a los perros, sobre todo a los pequeños y lanudos, como los caniches. Entonces, se hacen cirugías para elevar el mentón de ciertos animales o para prevenir el babeo excesivo, para levantar los párpados, o rinoplastias en perros de nariz achatada como el bulldog francés, tan de moda en la Argentina.

 Muchos criadores ven en las intervenciones estéticas una oportunidad para hacer a sus sementales más atractivos y potencialmente más rentables. Sin embargo, la participación de especímenes "tuneados" en certámenes de belleza canina está ampliamente regulada por la Federación Cinológica Internacional, que resuelve junto a cada una de las asociaciones de criadores que participan de los campeonatos de exhibición canina los cortes de oreja y cola permitidos y los que ya no se pueden hacer.

 Hay riesgos, por supuesto, para el animal pero también para el cirujano. En China, donde se considera al mastín tibetano un animal de lujo, un polémico caso llegó a la Corte el año pasado: un criador de la raza que quería "mejorar" a su macho reproductor para así poder aparearlo con muchas hembras, demandó al veterinario estético por 140 mil dólares. El costoso perro murió en el quirófano.
De amigos a "hijos sustitutos"
"Quien jamás tuvo un perro, no puede saber lo que significa ser amado", escribió famosamente Arthur Schopenhauer. Y cada vez más, hay gente que está dispuesta a dar todo –amor y dinero, mucho dinero– por sus perros. Los servicios "pet friendly" suman, además de locales gastronómicos y hoteles que los reciben con gusto y están adaptados a sus necesidades, locales de indumentaria, homeopatía o acupuntura para perros y hasta manuales de alta cocina para canes. En Buenos Aires, el Four Seasons inauguró el servicio de Dog Sitter: un empleado del hotel cuida por horas al perro mientras el dueño pasea. Y en Barcelona se inauguró ¡un parque acuático para perros! Su eslogan es un canto a la animalidad: "Que tu perro no pase calor en verano."

 "En tiempos en que se pronostica el éxito de las comunicaciones pero el empobrecimiento de las relaciones personales, la mascota logra salvar el dilema de estar bien con la soledad de uno mismo, pero acompañado por un ser al que se le endilgan cualidades humanas –teoriza la ensayista Marcela D’Aquila–. Y es cierto que perros y gatos cumplen un rol de 'hijos sustitutos', pero también de 'pareja sustituta'", en referencia al libro No sé si casarme o tener un perro, de Paula Pérez Alonso. "Hasta los '90, la mascota era un amigo. Hoy es un miembro de la familia que pasa del patio y la cocina a compartir los ambientes de la casa", opina Juan Martín Moreno, gerente de la Cámara Argentina de Empresas de Nutrición Animal.
Tres historias de amores perros
"Oliver, mi Golden, no come comida humana, no le gusta", dice David Rinaldini, de 29 años, que vive y trabaja en el barrio de Palermo. "Como vivo en un departamento y la raza exige quemar energías para su salud, además de las tres veces que lo saco para que haga sus necesidades, tuve que contratarle un paseador, que lo hace correr junto a otros perros unas tres horas por día." Toda una inversión hace mes a mes David: a los $ 600 de comida se suman los $ 800 del paseo, más los gastos en peluquería, higiene y salud. David se sumó al canicross, de moda entre las estrellas, "pero no se la banca mucho, se cansa, porque yo llevo un buen ritmo."
 
Takeshi se llama el caniche de Neli, una limeña que trabaja en una casa de familia y vive en Once. "Come exclusivamente un alimento balanceado que para mí es el mejor y, ¡ay, el más caro! Mi familia me dice que es todo un presupuesto, pero estoy dispuesta a seguir haciéndolo, ante todo está el amor. Eso sí, la baño yo misma, porque se me ha hecho muy caro hacerlo en la veterinaria." Cuenta que bautizó a su caniche así en honor al cineasta japonés Takeshi Kitano. "Si te fijás bien, tiene la delicada elegancia de la cultura japonesa", ríe Neli, junto a Gabriel, su hijo, y Mariel, una amiga. "Lo cuidamos mucho, si le pasara algo, toda la familia sufriría harto".
 
Llegó de Cali la colombiana Jennifer Cortez, hace unos cinco años, para estudiar administración. “Me enamoré de Ágata y me la traje a Buenos Aires, y la extraño horrores cada vez que la dejo sola en casa para irme a cursar”, cuenta. El bulldog francés tiene uno año y tres meses: “Es hiperactiva, muy cariñosa, y sólo yo la saco a pasear; si le llega a pasar algo, me muero”. Duermen juntas. “Aunque le moleste a mi novio, sí, y se mete debajo de las sábanas, y despierto con el rostro de ella frente al mío, apoya su cabecita en la almohada”. Jennifer gasta mucho dinero en ella: “No puede viajar en la bodega del avión, por el estrés, va en la cabina conmigo".
 
 
 

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