viernes, 29 de agosto de 2014

Vivir con un perro temido

Romina adquirió a Taison, un rottweiler, por medio de un particular, cuando tenía cinco semanas, y ya llevan cinco años juntos. Afirma que estos perros «son todo amor», y que lo único malo que puede hacerte Taison es «llenarte un poco de babas».
 
Los perros son los animales de compañía más comunes y sus dueños los sacan a pasear a diario sin impedimentos, pero hay algunos que tienen perros potencialmente peligrosos y entonces las condiciones cambian.
 
 
Romina Martín, de 22 años, tiene un perro llamado Taison. Lo cuida, le da de comer, lo baña y lo saca a pasear tres veces al día. David Guillén, de 24, es dueño de Blow,pero a diferencia de Romina apenas dispone de tiempo durante el día y pasea con él por las noches durante una hora u hora y media. Ambos les dan a sus mascotas los cuidados que estas requieren. Sin embargo, cuando Romina quiere que su perro corra, salte y juegue tiene que salir por el monte y David, ir por el polígono industrial cercano a su casa. Tanto Taison como Blow son perros catalogados como ‘potencialmente peligrosos’ (PPP) y no pueden ir sueltos por la calle en ningún momento. 


Según la Ley de Tenencia de Animales Potencialmente Peligrosos de 1999, los PPP son aquellas razas catalogadas como tales, los perros que presentan ciertas características físicas recogidas en la propia norma y aquellos ejemplares que hayan protagonizado ataques violentos y agresivos. Sin embargo, esta clasificación atiende más a las características físicas del perro que a su comportamiento. La veterinaria especialista en etología del hospital Veterinario de la Universidad de Zaragoza, Silvia García-Belenguer, explica que, aunque por genética estos perros tengan más fuerza, no son más agresivos que otros animales. "El porcentaje de incidentes protagonizados por este tipo de perros es bajo, la mayoría corresponden a los no catalogados como peligrosos", remarca la etóloga.

A pesar de su aspecto imponente –son corpulentos, fuertes y poseen una gran mandíbula –, el Colegio de Veterinarios de Zaragoza sostiene que esta clase de canes no es agresiva ni violenta por naturaleza, "simplemente su fuerza muscular es mayor, por lo que en un supuesto ataque el daño también lo sería". Por eso, la educación del perro es fundamental para evitar enfrentamientos con otros ejemplares y para que el animal aprenda a controlar su fuerza y a socializarse. Desde el Colegio de Veterinarios indican que para educar al can es necesario imponerle unos límites y tener en cuenta que "un perro puede ser tan inteligente como un niño pequeño, pero no va a razonar como un adulto".

Por su parte, García-Belenguer remarca "que hay algunos factores externos como la higiene, la alimentación o el cariño que tienen mucha importancia y que determinan la agresividad del perro". La etóloga coincide con el Colegio de Veterinarios en la necesidad de enseñar al animal una obediencia básica y añade que este "debe vivir en un ambiente sano y adecuado".
 
Abandono y adopción, difíciles
 
 
El control que ejerce la ley sobre los PPP es estricto: para tener uno es necesario contratar una póliza de seguro, condición que facilita la localización del dueño, y obtener una licencia especial expedida por el ayuntamiento, además de que el animal debe llevar el chip obligatorio e ir siempre con bozal y atado. Desde el Consistorio de Zaragoza explican que estas medidas y las multas que acarrea su incumplimiento se deben a que "para la ley, ser dueño de un perro potencialmente peligroso es como llevar encima un arma blanca". 

Debido a este control es complicado abandonarlos, razón por la que en el Centro de Protección Animal los PPP solo suponen un 2% del total de perros. En 2013 se acogió a una decena de ellos y este año la cifra es muy similar. Los animales llegan al centro cuando los dueños ya no pueden cuidarlos y no quieren sacrificarlos, ya que aquí no se practican eutanasias a no ser que el estado de salud del animal sea grave.

Además de difíciles de abandonar, estos perros son complicados de adoptar. Algunos de los PPP del centro llevan entre dos y tres años allí, mientras que de los 122 perros acogidos en mayo el 61% había encontrado adoptante al finalizar junio. La veterinaria Beatriz Íñigo explica que esta situación se debe a la preferencia de la gente por los perros pequeños y medianos y a las restricciones que impone la normativa sobre los PPP, que reducen la libertad del animal y del dueño.
 
 
"Tenencia responsable"
 
Martín y Guillén cumplen las condiciones que impone esta ley: correa de máximo dos metros no extensible, bozal, la obligación de llevarlos atados... Ambos notan que la gente mira con miedo a sus perros o que incluso se apartan cuando los pasean y opinan que parte de la culpa de esta situación la tiene la ley, que no consideran "ni correcta ni útil". Martín añade que la obligación del bozal acrecienta el miedo de la gente, que al verlos piensa que muerden.

García-Belenguer indica que la ley cataloga a los PPP según sus características físicas, pero que no atiende al papel que juegan los dueños en la educación y el ambiente de vida del animal. Desde el Colegio de Veterinarios puntualizan que la norma "debería estar enfocada a promover una tenencia responsable y no a estigmatizar al animal". 
 
 
 

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