miércoles, 13 de agosto de 2014

Viajando con un perro guía

 
Cuando tienes un animal doméstico a tu cargo, es importante tenerlo en cuenta a la hora de viajar. Ni que decir tiene que si nos vamos de vacaciones, ni se nos ocurra abandonarlo. ¡Muerte y destrucción a quienes siguen abandonando perros y gatos cuando se marchan de vacaciones! Hoy en día existen multitud de opciones para no abandonar a nuestros peludos, desde hoteles para mascotas, hasta cuidadores a domicilio. Incluso, cada vez más hoteles y apartamentos turísticos están aceptando la entrada de nuestros acompañantes peludos, porque se han dado cuenta de que cada vez más gente viaja con sus mascotas. Un ejemplo es el Hotel Novotel, en Valladolid, donde al reservar la habitación regalan un comedero y un hueso de juguete.
 
Incluso existen varias webs de búsqueda de hoteles en los que admitan a nuestros compañeros peludos, como es el caso de Hoteles Perros o Aceptan Perros
 
En el caso de los perros guía el asunto es ligeramente distinto. El perro guía debería poder acceder a cualquier establecimiento sin que por ello nos cobren un extra o un plus. La ley de accesibilidad es ligeramente distinta según la comunidad autónoma, pero a grandes rasgos, la norma común para toda España es que el perro guía o perro de asistencia puede acceder a cualquier establecimiento, público o privado. En caso de no permitir su entrada, la normativa contempla diversas penas según la infracción sea leve, grave o muy grave. Existen ciertas excepciones, como es lógico. Por ejemplo, no se permite la entrada con perro guía al área de cuidados intensivos de un hospital, UVI o UCI, ni a los quirófanos, así como tampoco se aconseja su entrada a un zoológico.
 
Para más información, se puede consultar el informe realizado por la Fundación ONCE del perro guía sobre normativa española.
 
 
Normativa al margen, se trata de restricciones bastante razonables. A mí nunca se me ocurriría entrar con Brilyn a un zoológico, lo diga o no una norma. Simplemente porque pienso que los propios animales del zoo podrían ponerse nerviosos ante la presencia de un animal ajeno. O por ejemplo, aunque sabemos que por ley podría, nunca la he llevado a una piscina pública, o a visitar a un ser querido a la habitación de un hospital. Legalmente no podrían impedirnos el paso, pero bajo mi responsabilidad yo he decidido no hacerlo.
 
En cambio hay otros lugares donde, a pesar de lo que la gente suele creer, el perro guía puede acceder sin ningún problema. Sitios como el cine, el centro comercial, un supermercado, un museo, o la playa, son lugares donde el perro guía tiene libertad legal para acceder. Eso sí, la ley especifica que el perro debe llevar en todo momento su arnés identificativo como perro guía.
 
Estos días estamos veraneando en la costa cantábrica, en un pueblecito llamado Cóbreces, muy cerca de zonas tan emblemáticas como Comillas o Santillana del Mar. Antes de tomar la decisión de ir de vacaciones con Brilyn, hubo varios aspectos que debimos tener en cuenta a la hora de preparar el viaje.
 
  • ¿Cómo hacer el viaje, en tren o autobús?
Nosotros somos dos personas con discapacidad visual. No conducimos, así que cada vez que viajamos debemos buscar la opción más cómoda de acuerdo con nuestras necesidades. Es cierto que podríamos viajar en bus, pero con la maleta, la mochila con las cosas de Brilyn, y la propia perra, en el bus hay menos espacio entre los asientos para que ella se pueda tumbar. Así que casi siempre escogemos la opción de viajar en tren.
 
A diferencia de mi compañero Raúl (que contó su odisea para sacar un billete de tren para personas con silla en este post), nosotros no precisamos de un asiento especial dentro del tren. Sacamos un billete normal, sin necesidad de especificar que viajamos con perro guía. Ignoro cuales son los trámites a realizar en caso de viajar con una mascota, pero imagino que hay que avisar a Renfe y además pagar una tarifa por introducir al animal en el vagón. A menudo hemos visto a viajeros con un trasportín, viajando con su gato o perro pequeño. En cambio no sé cómo funcionará este trámite para casos de perros más grandes. Si alguien tiene más información a este respecto, le agradeceríamos que nos lo contara.
 
 
A nosotros, siempre que el personal de Renfe nos ve con Brilyn, ya saben que es un perro guía (lleva su arnés identificativo, lo que es obligatorio), y accedemos al tren sin ningún problema. Una vez en nuestros asientos, ella se tumba en el hueco que hay entre nuestro asiento y el de delante, y ahí viaja la mar de cómoda. Casi siempre, incluso más cómoda que nosotros, que tenemos que ir apartando los pies porque ella se va estirando cada vez más y nos da patadas para que le dejemos más sitio ;)
  • ¿A qué tipo de alojamiento podemos ir con perro guía?
Este tema a veces resulta algo conflictivo. Como hemos explicado, legalmente no deberían ponernos ningún problema para reservar una habitación de hotel, hostal, pensión, apartamento o lo que sea por ir con un perro guía. En teoría. Pero en ocasiones, cuando le dices al dueño que viajarás con un perro guía, de primeras se muestran algo reticentes. No es lo habitual, pero algunas veces nos lo hemos encontrado. Te dicen que lo sienten, pero que no les quedan habitaciones disponibles. O directamente, que no tiene por norma admitir perros, y que les da igual que sea un perro guía.
Ante esta situación, yo antes optaba por dos salidas:
 
 
Opción A: Intentaba explicarle con paciencia que un perro guía no hace nada en la habitación, que está entrenado para hacer todas sus cosas en el exterior; que no arañará ni muebles ni suelo: que no morderá nada, y mucho menos ladrará. Le explicas que por norma general, el perro no va a quedarse solo en la habitación, que suele ir contigo a todas partes. Pero hay veces, que ni por esas. Ni explicándoles que existe una ley que ampara la entrada de este tipo de animales a cualquier establecimiento. A veces se cierran en banda y no hay más que hacer.
 
Opción B: Le doy las gracias y hasta luego. Si no admiten al perro, a mí tampoco. Si mi perra no puede acceder a su establecimiento, lo siento pero entonces no puedo viajar allí. No pierdo ni un minuto en explicar que la legislación lo permite y que incluso podría denunciarles. Cancelo la reserva y busco otro sitio.
 
 
Hay personas que viajan con perro guía y han optado directamente por ni siquiera avisar previamente. Realizan la reserva y una vez que acuden al sitio, ya verán que les acompaña un perro guía.
Esta opción es igualmente respetable, ya que como hemos dicho, la ley te ampara y no deberían decirte nada por entrar con tu perro guía. Pero yo, por evitar situaciones desagradables y que nadie ponga el grito en el cielo, prefiero avisar con antelación de que viajaré con perro guía. Eso sí, ya he aprendido la lección y ahora solamente lo digo una vez que me he asegurado de que quedan habitaciones libres y se ha efectuado la reserva ;)
 
Por lo demás, los requisitos del sitio no son nada del otro mundo. Con una habitación espaciosa para que el perro tenga su hueco para dormir, a mí me sobra.
 
  • ¿Puede el perro entrar en la playa?
Existe amplia legislación en nuestro país acerca del acceso de los perros, llamémosles "domésticos", a las playas españolas. Algunas lo permiten, otras no. Algunas lo permiten, pero solo a partir de ciertas horas. Sin embargo, por lo que he podido comprobar, los perros guía pueden acceder sin restricción alguna a cualquier playa pública. Según la comunidad autónoma, este tema está más o menos regulado; en Cantabria, según la Ley de Accesibilidad, el perro guía puede acceder a cualquier playa, siempre que esté debidamente identificado como perro guía.
 
Yo lo que suelo hacer es ir a presentarme el primer día a los socorristas o personal de la Cruz Roja. Simplemente les informo de que estaremos por allí con Brilyn, que es un perro guía y que solo quería avisarles por si alguien se queja o lo que sea. Ya se sabe que hay gente para todo, y más de una vez, alguien ha puesto mala cara al vernos con Brilyn paseando por la orilla. Así que para curarnos en salud, yo prefiero dejarlo dicho, para que no haya malentendidos.
 
 
Como anécdota os contaré que el día que llegamos a la playa de Cóbreces, nada más pisar la pasarela de madera que da acceso a la playa, nos encontramos con una mujer en silla de ruedas que iba acompañada de un precioso labrador negro. Se acercó a saludar a Brilyn como un rayo, y cuando la señora vio que se trataba de un perro guía, me contó que el suyo era perro de asistencia. ¡Imaginaos mi cara de sorpresa! Enseguida me acordé de Raúl y de su futura ayudante, Zara.
 
Como nunca antes había visto un perro de asistencia para personas en silla de ruedas, me pudo la curiosidad y le pregunté en qué tipo de cosas le ayudaba. Ella me explicó que Orus (así se llamaba el labrador) había sido entrenado en Zamora por una asociación que se dedica a adiestrar perros de asistencia, PAAT. A ella le ayuda a abrir cajones o puertas, a sacar la ropa de la lavadora, o a quitarse la chaqueta, entre otras cosas. Mi admiración iba cada vez más en aumento. Sé que yo misma tengo un perro guía y no debería a estas alturas sorprenderme de lo que estos animales son capaces de hacer, pero ¿qué queréis que os diga? Sigue impresionándome su capacidad de aprendizaje y su forma de ayudarnos desinteresadamente.
 
 
Según me contó la señora, para quitarle la chaqueta, ella le ofrece primero una manga, para que Orus tire de ella con la boca, hasta que se la saca entera. Luego va a la otra manga y hace el mismo proceso, hasta que le quita la chaqueta por completo. También me contó que en casa tiene cuerdas en los tiradores de los cajones, para que cuando le dé a Orus la orden de abrir, él solo tenga que agarrar la cuerda con el morro y tirar. ¡No me digáis que no es maravilloso!
 
Anécdotas al margen, como podéis ver viajar con un perro guía no es muy diferente a hacerlo con un perro normal. Tan solo hay que tratar de mantener las mismas pautas de siempre, sus horarios de comida y de salir a hacer sus cosas para que no se descontrole demasiado. Al fin y al cabo, no dejan de ser animales de costumbres y si les trastocamos mucho sus horarios, se estresan un poco. Por lo demás, una buena sombrilla, mucho agua para hidratarles por dentro y por fuera... ¡y a relajarnos con nuestro compañero peludo!
 
 
 

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