lunes, 7 de julio de 2014

Perros y amigos


JUAN JESÚS RODERO.- Estamos en verano, aunque estos días atrás no se notase mucho, y es la época que según advierten reiteradamente año tras año las esforzadas asociaciones protectoras de animales, más perros se abandonan, una actitud indigna, incivilizada, cruel y miserable, en la que se está lejos del nivel de los comportamientos de la Europa de la que España forma parte. Solo estamos igualados a otros países del entorno, si se atiende a las estadísticas, en cuanto al porcentaje de hogares que cuentan con una mascota, que anda muy cerca del 50%, pero ahí terminan las semejanzas.
 

Lo que no se entiende bien a la vista del informe que ha hecho público la Fundación Affinity sobre la percepción de los españoles ante perros y gatos, basado en una encuesta con más de 6.000 personas, propietarias o no de animales, es en función de que razonamientos o circunstancias pueden abandonarse las mascotas, tantas, algo que ni siquiera se concibe en otros lugares. Porque además, quien tiene un perro o un gato es porque quiere, porque así lo ha deseado.

El brutal cambio de actitud que puede llevar a abandonar al animal no puede deberse solo a falta de tiempo o de espacio o de dinero, que son algunas excusas utilizadas, porque son problemas con solución si se tiene voluntad de que así sea, porque siempre puede encontrarse a la persona que se haga cargo de la mascota que no puede ser atendida por su dueño. Un amigo puso no hace mucho un anuncio regalando una preciosa gata de angora y el teléfono estuvo todo el día sonando. La irresponsabilidad, el desprecio, y el salvajismo desatado suelen ser las verdaderas causas. Quien abandona a un perro o a un gato no es, de entrada, un ser humano en el que se pueda confiar y del que más vale alejarse a tiempo.
 

A un 76% de las personas les gustan los animales de compañía, y hasta un 31% quieren más a su perro o a su gato que a sus amigos, un dato que no sorprende tanto, observando la identificación que suele producirse casi siempre entre la mascota y su propietario. Casi todos ellos aseguran que entienden a su perro o su gato y que el animal los entiende a ellos. Y así suele ser en la mayoría de las ocasiones. Por otra parte, las amistades muchas veces suelen estar sobrevaloradas, confundiendo a los conocidos, a los compañeros, con amigos, que lo son, pero de forma ocasional. También hay amigos íntimos, auténticos, sinceros y leales, pero suelen ser muy pocos.
 

Son muchas más las ventajas de tener un animal de compañía que los inconvenientes que tener un perro o un gato producen, aunque también a veces causen molestias, problemas y gastos. Está demostrado científicamente el bienestar y el apoyo emocional que originan. Y realmente, el auténtico nivel de desarrollo y de cultura de un país se mide por el trato que otorgan sus pobladores a las mascotas. Así que falta aun mucho por hacer en ese sentido. Contra ello, y ante el abandono casi total de las autoridades, que ni siquiera suelen aplicar las tibias leyes existentes, solo queda la labor generosa y encomiable de las asociaciones protectoras de animales, cada día más activas y comprometidas.
 
 
 

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